Resumen
La actividad agropecuaria aporta el 21 % del producto interno bruto. Constituye la principal fuente de empleo y aporta aproximadamente 36 % del total de las divisas a través de las exportaciones. En Guatemala, se identifican por lo menos tres modalidades de producción agrícola: agricultura de subsistencia campesina, la agricultura semicomercial y la agricultura de exportación. Tanto la agricultura de exportación como la de subsistencia son un desafío bajo los patrones de variabilidad climática actual, debido a que son altamente sensibles a los cambios de temperatura y lluvia. Los impactos previstos del cambio climático aumentarán la variabilidad y posibilidad de que ocurran eventos extremos como
sequías, inundaciones y heladas, las cuales amenazan los medios de vida de miles de familias y la base de la alimentación del país. Sumado a los efectos, actuales y previstos del cambio climático, se debe considerar la vulnerabilidad del sistema productivo por factores como pobreza, bajos niveles de educación, incertidumbre en tenencia de la tierra, poco acceso al agua, exposición a plagas, desnutrición crónica, etc.
Aunque el sector agrícola es vulnerable, también hay oportunidades para generar nuevos modelos de producción que ayuden a adaptarse y a mitigar el cambio climático por medio de medidas sociopolíticas, financieras y técnicas con enfoque integral. La tendencia a nivel mundial muestra que la agricultura debe evolucionar a sistemas que estén más armonizados con el funcionamiento de los ecosistemas para garantizar la seguridad alimentaria, la gestión sostenible de la tierra y del agua, y la conservación de la agrobiodiversidad, la cual es la base biológica para la adaptación de la agricultura al cambio climático. Asimismo, es fundamental un sistema de gobernanza nacional que reevalúe las políticas agropecuarias actuales y promueva los mercados agroecológicos.
Desde lo institucional, la planificación en este sector debe buscar todas las sinergias posibles tanto para la adaptación como para la mitigación y evitar que las medidas de mitigación reduzcan el bienestar y la productividad de los agricultores. Es crucial trabajar de manera más articulada entre todas las entidades del Estado y también fortalecer la organización local en los territorios. La cultura de planificación y una visión a largo plazo son fundamentales para generar medidas de adaptación transformacionales.
De la mano con el tema de producción de alimentos, se debe abordar el problema de inseguridad alimentaria con un enfoque sistémico e integral. Las acciones aisladas que no contemplen intervenciones en varios puntos del problema verán limitada su efectividad.